Las investigaciones del poder judicial vaticano sobre algunos dirigentes de los órganos de la Santa Sede, atestiguan que los procesos iniciados por Benedicto XVI y llevados a cabo por su sucesor, funcionan. El sistema ha desarrollado los anticuerpos para reaccionar y el camino de las reformas de los organismos económico-financieros está bien dirigido. No obstante, las personas que están siendo investigadas tienen derecho a ser respetados por su dignidad.